Historias de lxs expulsadxs del sistema! El Desafio de Vivir en las calles de la Ciudad de Buenos Aires.
El 80% de la población en situación de calle en CABA son varones, mientras que el 19% mujer y 1% restante declara ser trans/travesti (42 personas).
La Defensoría del Pueblo de la Capital Federal, la Asociación Civil por la Igualdad y la Justicia, el Centro de Estudios Legales y Sociales (CELS), el Ministerio Público de la Defensa porteño y Proyecto 7 dieron a conocer los datos del Segundo Censo Popular en conferencia de prensa. Al menos 7.251 viven en las veredas, plazas, halls de edificio y paradores en la Ciudad de Buenos Aires. Se trata de un 23 por ciento más que hace dos años. La mitad está por primera vez a la intemperie. La problemática se enlaza directamente con otras deficiencias del gobierno de Horacio Rodriguez Larreta a la hora de dar respuestas: la falta de vacantes en las escuelas, el aumento de enfermedades como la tuberculosis y un sistema de administración de justicia que pone trabas para garantizar derechos. En la ciudad más rica de la Argentina, ante la crisis, el gobierno de Cambiemos ajusta en desarrollo social, salud, educación, trabajo y vivienda. Detrás de la crueldad que plantean los números, hay historias de niñes, mujeres, hombres y personas trans que sobreviven a la intemperie. En esta nota, las niñas y mujeres, expulsadas del sistema.
Mora nació sin techo. Tiene sólo cuatro años y nunca vivió en una casa. No sabe lo que es un rincón para guardar los juguetes o una mesa donde compartir el desayuno todos los días. Su ropa y algunos muñecos de peluche, cuadernitos y libritos para pintar se reparten entre una mochila, acorde a su tamaño, y una bolsa que lleva su mamá, Giselle Valdez. Ella ahora le corta un pedazo de salame en la vereda de la esquina de Paseo Colón y Chile. Es domingo a la noche y en San Telmo hace frío. Desde lejos, mamá e hija parecen una sola abrigadas entre sí, sentadas sobre un cartón en la puerta de la sucursal del banco Francés. Mora es una de entre 871 niñes que pasan los días y las noches a la intemperie en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires. En la ciudad más rica de la Argentina, al menos, 5.412 hombres, mujeres, personas trans y niñes, habitan veredas, halls de edificios, entradas de los subtes, plazas y parques públicos. El segundo censo popular realizado por las organizaciones sociales y políticas contó -teniendo en cuenta quienes habitan paradores y otros establecimientos-un total de 7.251 personas en situación de calle, un 23 por ciento más que hace dos años.
No es una tragedia. Este paisaje de crueldad que plantea la cifra récord tiene un nombre: neoliberalismo explícito. Las historias se multiplican recorriendo cualquier barrio del centro porteño, cada una tiene una particularidad pero a la vez algo en común: cuando les censistas les preguntaron a les adultes qué necesitaban, la mayoría les respondió lo mismo: trabajo.
Para más de la mitad de los encuestados esta es su primera experiencia viviendo en la calle. Mariana es una de ellas. Tiene 35 años, es madre soltera y hace tres años que está en la calle. Hasta junio de 2016 vivió en Florencio Varela, al sur del conurbano, junto a sus dos hijas, Yamila y Magalí, de cinco y siete años. Mariana trabajaba como empleada doméstica, como su abuela, su mamá y “casi todas las mujeres que conoce”. “Cuando me quedé sin trabajo no pude pagar más la casita donde vivíamos. Nos vinimos a una pensión con lo que teníamos y, durante un tiempo, hice changas. Nos sosteníamos con eso. Pero todo aumentó mucho, no pude pagar más y nos quedamos en la calle”, cuenta a Radio Progreso. Dice que lo que más quiere es conseguir trabajo “pero quién me va a dar viviendo en la calle”. Durante el día, Mariana y sus hijas se refugian del frío en el subte. Pasan sus días y noches entre la Plaza Congreso y Constitución. Cuando Mariana consigue algo de plata, duermen en una pensión.
Yamila y Magalí viven, comen, juegan y duermen en la calle. Su mamá quiere que vayan a la escuela pero no pudo conseguir beca: son dos de lxs más de 22 mil pibxs sin vacante escolar en la ciudad. “Yo quiero que ellas tengan un futuro. Que tengan una casa, una escuela, un lindo trabajo. Pero no sé cómo hacer. Estando en la calle sos invisible. Nadie nos ayuda y yo ya no sé qué hacer”, dice Mariana.
El 80% de la población en situación de calle en CABA son varones, mientras que el 19% mujer y 1% restante declara ser trans/travesti (42 personas). A muches de les censistas le sorprendieron algunos datos mirando el relevamiento en clave de géneros: las historias de las madres, las sobrevivientes de violencia machista que intentaron romper con el círculo de las violencias yéndose de sus hogares pero no encontraron alternativa más que la calle y las mujeres trans que no consiguen lugar en los albergues.
“Esta es una foto de la exclusión de la Ciudad. La situación es producto de la falta de trabajo y la falta de recursos para pagar un alquiler y los servicios. Es consecuencia de las políticas económica y la falta de políticas sociales. ¿Qué tipo de ciudad queremos?”, se preguntó Diego Morales del CELS, en la conferencia de prensa en la que se presentaron los datos.
No es una tragedia. Este paisaje de crueldad que plantea la cifra récord tiene un nombre: neoliberalismo explícito. Las historias se multiplican recorriendo cualquier barrio del centro porteño, cada una tiene una particularidad pero a la vez algo en común: cuando les censistas les preguntaron a les adultes qué necesitaban, la mayoría les respondió lo mismo: trabajo.
Para más de la mitad de los encuestados esta es su primera experiencia viviendo en la calle. Mariana es una de ellas. Tiene 35 años, es madre soltera y hace tres años que está en la calle. Hasta junio de 2016 vivió en Florencio Varela, al sur del conurbano, junto a sus dos hijas, Yamila y Magalí, de cinco y siete años. Mariana trabajaba como empleada doméstica, como su abuela, su mamá y “casi todas las mujeres que conoce”. “Cuando me quedé sin trabajo no pude pagar más la casita donde vivíamos. Nos vinimos a una pensión con lo que teníamos y, durante un tiempo, hice changas. Nos sosteníamos con eso. Pero todo aumentó mucho, no pude pagar más y nos quedamos en la calle”, cuenta a Radio Progreso. Dice que lo que más quiere es conseguir trabajo “pero quién me va a dar viviendo en la calle”. Durante el día, Mariana y sus hijas se refugian del frío en el subte. Pasan sus días y noches entre la Plaza Congreso y Constitución. Cuando Mariana consigue algo de plata, duermen en una pensión.
Yamila y Magalí viven, comen, juegan y duermen en la calle. Su mamá quiere que vayan a la escuela pero no pudo conseguir beca: son dos de lxs más de 22 mil pibxs sin vacante escolar en la ciudad. “Yo quiero que ellas tengan un futuro. Que tengan una casa, una escuela, un lindo trabajo. Pero no sé cómo hacer. Estando en la calle sos invisible. Nadie nos ayuda y yo ya no sé qué hacer”, dice Mariana.
El 80% de la población en situación de calle en CABA son varones, mientras que el 19% mujer y 1% restante declara ser trans/travesti (42 personas). A muches de les censistas le sorprendieron algunos datos mirando el relevamiento en clave de géneros: las historias de las madres, las sobrevivientes de violencia machista que intentaron romper con el círculo de las violencias yéndose de sus hogares pero no encontraron alternativa más que la calle y las mujeres trans que no consiguen lugar en los albergues.
“Esta es una foto de la exclusión de la Ciudad. La situación es producto de la falta de trabajo y la falta de recursos para pagar un alquiler y los servicios. Es consecuencia de las políticas económica y la falta de políticas sociales. ¿Qué tipo de ciudad queremos?”, se preguntó Diego Morales del CELS, en la conferencia de prensa en la que se presentaron los datos.
La mamá de Mora, la nena que nunca vivió en un casa, se llama Giselle Valdez. Parió a su tercera hija en un Hospital público de Ezeiza y desde entonces son nómadas urbanas. Algunas noches las pasaron en el Parque Lezama, donde el barrio porteño de San Telmo se cae en La Boca; muchas otras en la esquina de Avenida Paseo Colón y Chile. Cada tanto, cuando Giselle consigue juntar $700, duermen alguna que otra noche en un hotel. Ella está tramitando el subsidio habitacional que otorga el gobierno porteño. “Ahora tengo que llevar unos papeles que me pidieron”, dice a Radio Progreso mientras su hija juega en la vereda. Mora se pinta las uñas y hace morisquetas. En la calle come, duerme y también juega. Además de Mora, Giselle tiene un hijo y otra hija. La más grande, de 10 años, vive bajo techo con un familiar en la provincia de Buenos Aires. Giselle tiene 33 años y dejó el secundario en el primer año. No tiene expectativas de conseguir un trabajo que le permita dejar de vivir a la intemperie. Su deseo es obtener una vacante para que su hija más chica pueda ir al jardín y luego a la escuela. Mora es la única que no está escolarizada.
María hace tres años que no tiene un hogar donde volver y duerme sobre un improvisado colchón de ropa que se armó en la esquina de Defensa y Bolívar. Todos los días saca agua de una canilla de la Plaza para bañarse. Come gracias a la solidaridad de la gente.
Una mujer que duerme en Plaza Italia, Palermo, no sabe cuántos años tiene. La censita le pregunta el año de su nacimiento y rapidamente hace el cálculo: 36 años. Tampoco sabe responder la pregunta sobre si está embarazada o no. El informe reveló que hay 40 embarazadas viviendo en las calles porteñas. Otra mujer de 60 años que duerme en los rincones libres que va encontrando en Palermo dice que hace un mes y una semana que la vereda pasó a ser su hogar. Es relacionista pública egresada de la Universidad Kennedy. No pudo pagar más el alquiler donde estaba y la única opción que le quedaba era la calle.
Otro dato que devuelve el informe de las organizaciones es que se relevaron 532 personas con alguna discapacidad. Y 1.577 personas afirman haber sufrido algún hecho de violencia en los últimos años.
La indigencia se duplicó en los últimos tres años en la CABA. Según datos de la Dirección General de Estadística y Censos de la Ciudad, en el tercer trimestre de 2018 había 639.000 pobres. De esta cifra, 198.000 estaban en situación de indigencia. Sólo tres años antes, en el mismo trimestre de 2015, había 225.000 pobres menos. Por entonces había 100.000 porteños y porteños en situación de indigencia. Lejos de implementar una política que contenga la crisis social, el gobierno de Horacio Rodríguez Larreta redujo el presupuesto en desarrollo social (-7%), salud (-2,3%), educación (-4,5%), trabajo (-19%) y vivienda (-7,6%). El único gasto que creció en 2019 fue el pago de deuda con un aumento del 74,3% .
Hoy uno de cada cinco habitantes es pobre en una ciudad con un presupuesto per cápita mayor que ciudades europeas como Madrid. “La Ciudad de Buenos Aires tiene dos mil trescientos dólares per cápita de presupuesto, mientras que en Madrid tienen 2 mil 100 dólares per cápita de presupuesto y enfrentan salarios en euros, no en peso”, explica a Radio Progreso la economista Eva Sacco, miembra del CEPA (Centro de Estudios de Política Argentina). Para ella “el impacto de la crisis en la Ciudad de Buenos Aires es doblemente doloroso e injustificado porque el gobierno local tiene herramientas con las que contrarrestar la realidad macroeconómica nacional”.
El Primer Censo Popular realizado por el Ministerio Público de la Defensa, la Defensoría del Pueblo, la Auditoría General de CABA, la Asociación Civil por la Igualdad y la Justicia (ACIJ), el Centro de Estudios Legales y Sociales (CELS) y 50 organizaciones fue en 2017. Contaron 4.394 personas viviendo en las calles porteñas y 5.872 si se sumaban a esa estadística aquellas que duermen en paradores.
Entre el último 25 y el 28 de abril por la noche llas organizaciones llevaron adelante el Segundo Censo Popular. Recorrieron 48 barrios porteños. Además de un número cuantitativo buscaron tener una estampa cualitativa para pensar políticas públicas reales que puedan revertir esta situación y poder pensar desde distintos enfoques el tema. No todas las personas en situación de calle demandan las mismas respuestas estatales: no es lo mismo una mujer trans que una joven madre que escapó de la violencia machista de su hogar. Tampoco el acompañamiento puede ser el mismo para una familia tradicional que para un joven con consumos problemáticos.
El Segundo Censo se realizó con un verdadero barrido territorial durante cuatro días en recorridas repartidas entre 800 voluntarios y voluntarias distribuidos en tres franjas horarias para cubrir todos los barrios. Dos días antes el gobierno de Horacio Rodríguez Larreta salió a hacer su propio relevamiento con limitaciones que se ven reflejadas en los datos que la gestión cambiemita presenta como oficiales: hicieron un trabajo de 4 horas, un solo día y una sola franja horaria.
Esta semana, tras la muerte de Sergio Zacarías en San Telmo, el gobierno porteño dio a conocer sus números: 1146 personas en situación de calle, una cifra 5% mayor a la del año pasado (1091 personas). El relevamiento de las organizaciones da siete veces más que ese número. Son más de seis mil personas que el oficialismo decide no ver.
El Segundo Censo Popular también reveló que 1.188 personas en situación de calle afirman haber tenido problemas de salud en los últimos dos años. El dato cobra mayor relevancia si tenemos en cuenta que el deterioro sostenido del sistema de salud público porteño durante los últimos diez años y el aumento de enfermedades como la tuberculosis en la ciudad. Según el Boletín para la Tuberculosis en Argentina, elaborado por el Ministerio de Salud y Desarrollo Social de la Nación, ahora devenido en Secretaría, en 2017 Ciudad Autónoma de Buenos Aires tuvo la tasa más alta de casos de tuberculosis en menores de 20 años, con 262 casos y una tasa de 32,9 casos cada 100 mil habitantes.
Horacio Ávila, de Proyecto Siete, una de las organizaciones sociales que participa del Censo Popular cuenta que el gobierno de Rodríguez Larreta hizo una especie de “limpieza” antes de que las organizaciones censaran. “En un año electoral tienen miedo de nuestros números. Hubo limpieza en la calle: muy violenta, salieron a ofrecer cheques subsidios y hoteles para que la gente se vaya”, denuncia.
En 2001 Ávila se quedó sin techo porque no poder pagar el alquiler de su vivienda. Durante cinco años durmió en plazas y umbrales de edificios. Hoy, a los 55 años, es uno de los referentes de Proyecto Siete, una organización compuesta por personas que estuvieron y están en la calle. Trabajan en tres centros en los que pasan 400 personas por día: Centro de Integración Monteagudo (donde se sirven cuatro comidas diarias, hay duchas con agua caliente las 24 hs, ropería y lavadero), el Frida (destinado a mujeres) y el Che Guevara.
“Es el exterminio de quienes pueden aguantar y quienes que no”, describe Ávila la situación. Durante la recorrida por el Censo, a él le llamó la atención la cantidad de familias enteras con sus muebles que viven en sobre las veredas o el asfalto pero siguen mandando a los hijos e hijas a la escuela. “Se veía mucho la angustia de la gente”, dice. También remarca la cantidad de personas comiendo de la basura y restos de las pizzerías o cartoneando con sus bolsas. “Es distinto que en el 2001, porque antes la crisis fue más gradual. Hubo un arrastre de políticas que venían de los ‘90. Esto fue muy abrupto, expulsivo”, opina.
Los 30 hogares y paradores públicos que tiene la Ciudad disponen de un cupo de 2.000 personas y hoy se encuentran repletos casi a diario. Por ejemplo, en el Parador Retiro encontraron 111 personas durante la jornada del censo. Es un lugar que tiene una capacidad para 180 personas y semanas atrás había llegado a tener casi 200.
“Desde el Ministerio Público de la Defensa de la Ciudad tomamos contacto con aquellas personas que acuden al Parador Retiro. El primer análisis es que la gran mayoría están en situación de calle desde el período comprendido en los últimos tres años. Es decir, pueden llevar un mes, seis meses o tres años en esta situación”, explica a Radio Progreso Alejandra Villasur, Secretaría de Derechos Humanos y Procesos Colectivos de la Defensoría General de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires. “El 70 por ciento considera que la única manera de superar esta situación sería consiguiendo un trabajo”, agrega. Y anuncia que los resultados completos de este segundo relevamiento estarán disponibles para fines de este mes.
La Ley N° 3.706 de Protección y Garantía Integral de los Derechos de las Personas en Situación de Calle y en Riesgo a la Situación de Calle obliga al gobierno porteño a formular e implementar políticas públicas para las personas en situación de calle. “Esta política integral no existe y la principal herramienta que emplea el gobierno porteño son los paradores y el subsidio habitacional”, denunciaron desde el Observatorio del Derecho a la Ciudad. Del censo se desprende que el 77% de las personas en situación de calle no pudieron acceder al subsidio por diversas razones (vencimiento de plazo, problemas de documentación, etc.).
Actualmente 9.177 personas perciben subsidio habitacional del Programa Atención para Familias en Situación de Calle para que puedan alquilar en hoteles o viviendas. A pesar de que el número de familias, mujeres, hombres, niños y niñas sin techo va en aumento, la cantidad de subsidios decreció respecto al año pasado. A principios del año 2018 eran 9.285 personas las que recibían el subsidio de un monto promedio de $ 4.990.
La mayoría de las personas que accedieron a esta ayuda social debieron sortear el obstáculo de la judicialización. Casi el 60%, es decir 5.367 personas, percibieron el subsidio habitacional por una medida judicial. A principios del año 2018, por vía judicial los subsidios eran 4.590.
“Es decir, en este último año, el gobierno porteño ha adoptado una política de acceso muy restrictiva que generó el aumento de la judicialización y la disminución de beneficiarios en un contexto donde la crisis habitacional se agrava”, concluyeron desde el Observatorio del Derecho a la Ciudad.
El Defensor General Horacio Corti sintetizó lo que significan los datos que se dieron a conocer:”Este relevamiento muestra, en primer lugar, que las personas en situación de calle no son una prioridad para el gobierno desde hace ya muchos años, lo que convierte esta situación en un problema estructural”. Las historias de Mora, Giselle, María y las mujeres que aparecen en esta nota no son aisladas, son parte de lxs expulsadxs del sistema que son cada vez más.
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