Problemas de pareja
¿Qué pasa cuando no hay ganas?: "La falta de deseo no implica desamor".
El deseo sexual es algo que nos acompaña a lo largo de toda la vida. Sin embargo, cuando las ganas empiezan a faltar, la pareja atraviesa momentos difíciles. La consulta con los especialistas puede demorarse hasta dos años.
La sexualidad se integra a la vida cotidiana como espacio de relajación de la rutina diaria y las angustias del día a día. “La mayoría de las consultas por falta de deseo sexual que recibimos son de personas de más de 45 años y lo que recomendamos es descomprimir la tensión del afuera a partir de experimentar el sexo como un espacio lúdico, un paréntesis creado para uno mismo y su pareja, que deja los problemas afuera”, sostiene la doctora Silvina Valente, de la sección Sexología de la División Ginecología del Hospital de Clínicas de la Ciudad de Buenos Aires.
Aproximadamente un 30 por ciento de las consultas que reciben las profesionales en el programa son por falta de deseo sexual. “Es uno de los temas más frecuentes, usualmente consultan mujeres pero estamos teniendo cada vez más casos en hombres”, explica Valente, y comenta que en ocasiones, se tarda más de dos años en “sentir el problema y acercarse a un profesional”.
La falta de deseo no implica desamor. Hay diversos factores que inciden sobre el deseo: la situación socioeconómica, el estrés, la rutina en parejas de larga data, las particularidades físicas propias de la edad, los períodos de climaterio y andropausia, el permiso propio a sentir placer, las inhibiciones, la relación personal con el sexo y la sexualidad, entre otros.
¿Cuándo consultar? Cuando la falta de deseo por un determinado tiempo comienza a generar malestar en la pareja o en la persona. Cuando el deseo baja por un tiempo prolongado pueden pasar dos cosas, o que la persona no sienta ninguna molestia a partir de este cambio o que lo note y entre en tensión con la idea de no tener ganas, de no sentir deseo sexual como lo sentía anteriormente.
“Esa tensión deriva usualmente en angustia, que a veces se puede resolver en la pareja y a veces requiere de la atención profesional, para no caer en una futura disfunción sexual”, asegura Valente, y completa: “A veces uno interpreta estas cuestiones como que hay un desamor o una falta de deseo hacia el otro y no tiene que ver con eso sino con uno mismo, hay una falta de interés por el sexo que no tiene que ser necesariamente con el otro”
“Pero desear no es solo desear tener relaciones sexuales, es desear a una persona, desear una situación, desear un momento, una experiencia”, aclara la doctora Rosina Maniago, quien trabaja junto con Valente en el Hospital.
“Nosotras decimos que en el sexo no hay nada casual. El deseo de tener relaciones sexuales con una persona comienza antes del encuentro. Uno se prepara para ese momento aún sin pensarlo: bañarse, perfumarse, elegir la ropa, acordar los planes, elegir cena o cine, lo que sea que vaya preparando el clima. Nada de eso es casual. Lo que sucede en parejas a menudo es que con la convivencia se deja de lado esa fase de preparación, la rutina invade el espacio que antes dedicábamos a mandar señales de ´quiero estar con vos´ y se convierte en un quehacer diario. Y ante la falta de deseo sexual, lo primero que se piensa es en innovar, en intentar cosas nuevas o distintas. Eso está bien, pero lo mejor, antes de probar por probar, es volver a esa etapa de preparación, a ese momento donde uno y otro sabían que querían encontrarse”, recomienda Maniago.
La comunicación en la pareja es fundamental, según explican las especialistas: “En una pareja no hay que perder la capacidad de hablar, para recrearse todo el tiempo. Hablar sobre qué me pasa, que siento, que me molesta y que no. Si yo acumulo cosas que me molestan durante todo el día y a la noche mi pareja quiere tener sexo, por más que lo intente no voy a tener ganas, no puedo. Esas situaciones pueden generar tensión innecesaria. En una pareja no puede no puede haber un ´no sé cómo decírselo´ en cuanto a gustos, preferencias o situaciones que inciden en una relación sexual. Siempre hay una forma de contar qué nos pasa y compartirlo con el otro”.
Y agrega: “El cuerpo cambia, las personas cambian y los gustos en materia de sexo se van adaptando con la edad. El deseo es sostenido y construido entre los dos en un aquí y ahora, no en lo que hacíamos cuando teníamos 20 años menos. La comunicación hace que nos encontremos y a veces incluso reencontremos con lo que somos ahora”, puntualizan.
“El deseo en la sexualidad está siempre vigente, nos acompaña hasta el final de la vida. El mecanismo del deseo está ligado al placer. No todas las personas tienen ganas de tener sexo al mismo tiempo, existen asincronías. E incluso, no tener deseo no siempre es disfuncional, a veces es situacional. Son momentos de la vida. Y no siempre es con todos, a veces es con una persona en particular, con una pareja sí y con otra no, por razones distintas en cada caso. Hay que separar el amor del deseo, sin desunirlos”, concluyen.
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